sábado, 23 de junio de 2007

El cliente siempre tiene la razón - Ende

El señor calvo Cabeza de Sartén salió echando humo de aquel sitio, contento por lo machote que era y lo hombríamente que se había comportado contra aquella maléfica cajera con nombre enorme e impronunciable, pero reventado por haber perdido de una manera tan idiota 3 minutos de su imparable reloj.

- ¡A mi no me pasa nadie por encima, cojones ya! - farfullaba mientras metía sus cosas en el maletero de su coche.

Condujo a casa por carreteras cuyo límite de velocidad no era muy alto...y en realidad estaba tan cabreado que decidió saltarselos a la torera (que el día que vea a una torera saltándose algo como un semáforo, aplaudiré...). Con la suerte de que apareció por el camino la Guardia Berril.

- Buenas tardes caballero.
- ¿Y ahora qué pasa? - Cabeza de Sartén estaba bastante calentito todavía de su encontronazo con la cajera.
- Venía usted con exceso de velocidad a la altura pi medios de la carretera por la que circula.
- ¿Pero qué está diciendo hombre?
- Las descripciones de mis compañeros no fallan: coche pequeño conducido por varón calvo e irritado. Y por desgracia su coche es blanco, si fuera negro quizás lo hubieran confundido con un moscardón en celo, pero así es la vida....documentos, pero ya.

El señor Cabeza de Sartén estaba a punto de freir un huevo, tan caliente estaba su testaruda mollera. Después de comprobar que su permiso de conducir habia expirado hacia 5 minutos y medio, y que su coche estaba sobrepasando el peso maximo autorizado (si señores, la cajera Vikikirikiria tuvo que lidiar con un contenido que ni un camión de bomberos), procedieron a precintarle el vehículo y a meterle un paquete que "se le iba a caer el pelo", comentario ante el cual Cabeza de Sartén volvió a adoptar una tonalidad escarlata-vermellón al tiempo que los compañeros del Guardia Berril procuraban contener las lágrimas que de risa les salían, no pudiendo así con las carcajadas.

Cabeza de Sartén volvió a casa abatido, escoltado por los mismos guardias que le llevaron hasta su casa entre amistosos comentarios, que nada tenían que ver con el malrollismo que sobre ellos pesa.

- Pues si que pinta calva la ocasión...
- Si, pero este no tiene un pelo de tonto.
- En realidad todo esto es un tema espinoso...peliagudo diría yo.
- Es una suerte que los de la otra patrulla nos detallaran el coche con pelos y señales.
- Hay que ser muy atún para ser calvo.

Cabeza de Sartén entró en su cuartucho de encargado de edificio y decidió tomarse un par de tragos para intentar pasar el mal momento....cuando de repente sonó el teléfono.

- ¡¡Aló!! - bramó de Sartén.
- Manolo, tengo una tubería rota - contestaron del otro lado.
- ¡¡Váyase usté al coñazo de su maldita madre!!

Y colgó con violencia el aparato. Decidido a fundirse la botella de whisky envuelta en un papel de embalaje, salió al patio interior del edificio y se sentó en su sillita de Hikëa, otra conocida tienda de artículos de lencería para amantes del latex.

- En Hikëa si que me tratan bien, no como esos capullos de Lalai Maletin. ¡Que les parta un rayo!

Y así, sentado en su sillita de Hikëa y con la botella de whis en la mano, murió fulminado por un rayo que le cayó en el centro de un juanete.

Fin

Y mientras unos indigentes queman a lo bonzo el coche del susodicho, la policía sigue buscando testigos del asunto, aunque la mayoría reconocen que "una descripción así está cogida por los pelos".

No hay comentarios: